Todos estamos de acuerdo en que la bici mola mucho. Te lleva a todas partes, es sostenible, haces ejercicio y no gasta ni bromas. Hasta aquí todos de acuerdo, pero cuando llega la hora de la verdad da mucha pereza cogerla. Cuestas interminables, te pones a sudar y llegas a donde sea en plan gorrino. Y eso no mola, y menos si ese día estrenas camisa.
El celebre MIT estadounidense ha trabajado codo con codo con la capital danesa para solucionar este problema de un plumazo. El resultado: la rueda Copenhague.
El funcionamiento es muy simple. El invento almacena la energía que generas cuando usas la bicicleta, por ejemplo cuando vas cuesta abajo o pedaleas en llano. Así esa energía podrá servirte después cuando la cosa se ponga chunga.
¿Que llega esa cuesta empinada que solía hacer que te dejases el alma? Don’t worry, be happy. La rueda Copenhague te echa una mano y desarrolla la fuerza que has acumulado previamente.
El principio que rige su funcionamiento es como aquella canción de Jorge Drexler que decía eso de que «nada se pierde, todo se transforma». Un principio trascendental y místico que aquí se cumple de un modo mundano y práctico a más no poder. Mola ;D
Además, sus creadores han hecho la gracia completa y a través de conexiones móviles podemos monitorizar todo lo que hagamos en la bici y convertir nuestro smartphone en todo un entrenador personal.
La rueda maravillosa ya se comercializa bajo la marca Superpedestrian, aunque por el momento sólo se pueden hacer pedidos que empezarán a ser despachados en verano de este año. Su precio es de 799 dólares, alrededor de 580 euros. ¿Cómo lo veis? ¿Os la compraríais?
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